Junto al inmenso orgullo que quererte
y la espantosa pena de dejarte,
la certeza fatal de no olvidarte,
y el temor de llegar a aborrecerte,
complica la amargura de mi suerte
tu crueldad que me obliga a abandonarte:
sólo quiero vivir para llorarte,
y el dolor de partir me da la muerte.
Orgulloso de ser tu enamorado,
al verme de tu amor abandonado,
a mi Dios olvidarte no le pido,
que si el olvido fuérame otorgado,
muriera de olvidarte avergonzado,
igual que muero porque no te olvido.
Felipe Sassone.
domingo, 6 de mayo de 2007
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